miércoles, 12 de septiembre de 2007

UNAS TETAS QUE ME HICIERON MIRAR SUS OJOS

Unas cuantas copas y en ese estado de media flotación mezclado con un puntito de felicidad entramos en el que iba a ser el último bar de la noche. LLeno es decir poco, todo eran roces y pequeños empujones para ir avanzando en ese útero de calor y sudor y risas y alcohol. La música bien alta para hacerte sentir en un mundo aparte del mundo ese ordinario en el que las cosas son tan iguales de un día para otro. La camisa ya se me pegaba un poco al cuerpo del sudor, hacía calor, por eso me solté un par de botones, no para provocar a alguna corderita o lobita de las que por allí abundaban, tan sólo para sobre llevar mejor el calor humano allí concentrado.
Por fin llegamos a nuestro lugar favorito del bar, y como no, a la barra a pedir, mis amigos por un lado, yo por otro pues la rusita de pechos grandes y culito prieto que estaba de camarera me ponía un poco berraco, tanto como a todos los alli aglomerados claro. Pero me gustaba que me mirara a los ojos y los labios al menos para entenderme lo que la pedía para beber. Pronto pasaba y se volvía a mirar a los ojos y los labios de cualquier otro, una vulgar mariposa traicionera más.
Muchas caras ya conocidas, mucha ropa sexy y culos apretados como reclamo de ofertas sexuales que en realidad buscan relaciones estables en la mayoría de casos, que se ofertan mostrando o mejor dicho ocultando su natural ser que fue transformado horas antes a golpe de maquillajes, collares y ropitas que acentúan partes y esconden faltas. Pero a mi nunca me llamó la atención quien necesita el disfraz para engañar. Soy más bruto, más de detalles, soy más de impulsos que se mueven a la velocidad de la luz de una mirada a otra. De tetas pequeñas o grandes pero con un algo que no se puede explicar, soy más de un rasgo que me inunde, de unos labios carnosos que no tengan colágeno, de unos muslos con la forma golosa de que quieres ser agarrados por mis manos. Y en estas que de un río de personas surge quien a partir de ese momento te reclama toda la atención. La piel morena, y ojos grandes pero rasgados, poco maquillaje o al menos con aspecto natural, el pelo simplemente recogido, nada estudiado, solo una mujer que irradiaba sensualidad, eso era todo, belleza de formas puras, y con esos ya mis ojos no pudieron despegarse de ella. Todo mi gozo en un pozo, estaba acompañada, por un soplapollas, bueno eso pensé y daba igual quien fuera, pero para mi lo era por estar con ella, aunque en realidad luego me di cuenta que no estaban solos, que estaban como en un grupito, aunque en realidad él fuera su acompañante la miraba como si estuviera sola.
Que pechos dios santo, tan morenitos y suaves a la vista, rebosantes de vida, estaba acelerando sabiendo que tendría que frenar de golpe, pero no, las cosas a veces salen tan bien que dan miedo y resulta que en un mar de dificultades llegamos a buen puerto.
De tanto beber me dieron ganas de mear, así que directo al baño, pero lástima, acupado, tocaba esperar, y de esta que también el servicio de chicas estaba ocupado y llegó mi sirena, tocaba esperar, y como podeís imaginar no pude refrenar mi lengua ni mi habitual timidez, ni recuerdo lo que la dije, pero fue la chispa que necesitaba esa mecha para empezar a arder, y ¿como os cuento el resto?, eso ya mañana si me tiraís un poco de la lengua os diré con pelos y señales todo lo que en la áfrica salvaje ocurrió...

1 comentario:

Costennita dijo...

un poco de lengua dices....