CON CARIÑO

Ayer hablé con Katy, una "vieja amiga-amante", hacía ya tanto tiempo que no nos comunicábamos, y al mismo tiempo la sensación era como que no había pasado más de un día sin hablar, todo tan natural como siempre, sin tensiones, sí que tengo que reconocer que en ella notaba un ligero miedo, miedo a los sentimientos perdidos. Me alegró saber que seguía trabajando en la televisión, que al menos en lo laboral todo andaba más encarrilado en su vida, quizás todavía no haya superado todos sus miedos, eso es tan difícil de hacer que supongo que o borramos la memoria, y por ahora es algo imposible, o los fantasmas de los que siempre me hablaba mi chiquita tortura, son inevitables en nuestro viaje por este mundo. Son parte de nosotros mismos los queramos y odiemos. Yo tengo mi cupo también de fantasmas, y necesito aprender a vivir con ellos, llegan por mil caminos y arraigan en nuestros campos bien abonados de dolor y heridas abiertas. Hay quien piensa que endureciéndose puede matarlos, pero no, se aletargan mientras nos jodemos para destruirlos, pero a la mínima vuelven a florecer.

Recuerdo en este momento la película de ese matemático esquizofrénico, ahí está en parte la clave, no querer eliminarlos pues es tarea imposible, sino saber vivir compartiendo con esas figuras oscuras la parte de vida que nos queda.

Hablando y hablando con ella compredió el motivo de lo que ocurrió, de por qué no pude seguir a su lado, de por qué a pesar del dolor causado era necesaria mi partida.

Me encantó hablar con ella así, con esa dulzura que ella siempre supo darme y que aun así no pude seguir aceptando.